Verdad moral y martirio ordinario



 El martirio de San Juan bautista. Y quiero subrayarlo porque es un martirio muy especial. Me atrevería a designarlo como el mártir de la verdad moral, martirio de la verdad moral que es muy propio de nuestros días. Martirio que le acontece a quien se atreve a denunciar un mal moral. A quien se atreve a denunciar un pecado de época ante el cual existe una ceguera colectiva que incluso un pecado de época que a veces hemos proclamado como derecho, porque hoy a los pecados se les proclama derecho, cuando el testigo del evangelio llama al mal mal, se convierte en mártir de la verdad moral. Resulta que Herodes había tomado como esposa, a la esposa de su hermano, de su hermano Filipo. Y esto les había tomado a Herodias como esposa que estaba adulterando, vamos, adulterando con la mujer de su hermano.

Y entonces el profeta Juan Bautista le dice no te es lícito hacer eso. Es una inmoralidad lo que estás haciendo. Entonces acontece lo que yo llamo como el martirio de la verdad moral, en el fondo, bueno, pues Herodes podía haber dicho, bueno, pues eso lo piensas tú, pero yo pienso otra cosa tú por tu camino y yo por el mío, no, pero es curioso que se produce un no.

No aguanto que me lo digas. No consiento que me lo digas, porque en el fondo caro, tengo una mala conciencia en se revuelve mi conciencia. Acontece eso de que cuenta el capítulo segundo del libro de la sabiduría.

Acechemos al justo que nos resulta fastidioso. Juan bautista resulta fastidioso. Se opone a nuestro modo de actuar. Nos reprocha las faltas contra la ley y nos repre. Contra la educación recibida presume de conocer a Dios y se llama a sí mismo hijo de Dios. Es un reproche contra nuestros criterios. Su sola presencia nos resulta insoportable.

Curioso, eh? Estos versículos del segundo capítulo del libro de la sabiduría,

Nos considera moneda falsa. Veamos si es verdad lo que dice comprobando cómo es su muerte. Si es justo, si es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos. Lo someteremos a ultrajes y torturas para conocer su temple y comprobar su resistencia. Lo condenaremos a muerte ignominiosa. Pues según dice él, Dios lo salvará.,

Diciendo si él invoca a Dios, pues mira que le salve Dios, nosotros le vamos a condenar a muerte. Y si es verdad, ese Dios que le salve ese Dios no.

Pero es curioso, este texto del segundo capítulo de la sabiduría, porque es que retrata, retrata lo que es el no soportar, no soportar la la afirmación la denuncia del mal moral.

San Juan bautista es un mártir. De la verdad moral. Si, si hubiésemos aplicado el criterio, relativista , criterio, relativista. Bueno, que cada uno que haga lo que tenga que hacer y no existe ni un bien moral ni un mal moral objetivo. Sino que cada uno es el que hace sus opciones personales. Pues si eso, si tal cosa, la hubiésemos aplicado, pues habría que decir que Juan Bautista murió o le mataron bueno, innecesariamente más que él dio su vida innecesariamente.

No tenía por qué haberse metido donde no le competía porque le has dicho Juan Bautista porque has tenido que abrir la boca. Por qué le has dicho a Herodes eso de qué Herodías no es su esposa, es la esposa de su hermano Filipo, y que él es inmoral, que es inmoral que tome como esposa la mujer de su hermano, que es un adulterio.

Por qué le has dicho eso? Porque has abierto la boca, te has metido donde no te llamaban Juan Bautista? No? Y además, pues igual resulta que él tiene que ser sincero con sus sentimientos, no, a ver desde nuestros parámetros subjetivos y relativos y relativistas, haríamos incomprensible el martirio de Juan Bautista claro, incomprensible, sin sentido alguno sin valor alguno.

Obviamente no es un momento para reafirmarnos en en el gran valor de la verdad moral; que no es cierto que la verdad moral sea unas especie de piedra que se lanza contra la cabeza de otra persona para ofenderla, porque no nos quepa la menor duda que cuando Juan Bautista le decía a Herodes que no le era lícito tomar como mujer a la esposa de su hermano, no era porque le estuviese lanzando una piedra a Herodes. No era, porque le quería, porque la verdad moral se le dice a quien se le quiere. La verdad moral entendida del sentido cristiano no es algo que está en contra una verdad en contra de la misericordia. No precisamente porque tengo misericordia y amor a una persona.

Le digo la verdad moral y fijaros que lo cierto es que en el texto dice, como Juan bautista le tenía mucho respeto, le tenía a precio Juan Bautista, pero a pesar de sólo metió en la cárcel porque, claro, le incomodaba la verdad moral que le había. Pero desde luego, el sabía que Juan bautista se lo decía por su bien.

De hecho, dice el testo que le tenía respeto, que le apreciaba qué le valoraba, pero ¿Qué ocurre? ¿No? Pues, qué ocurre que era un hombre lleno de temores lleno de temores, lleno de miedos que en el fondo no había puesto a la verdad en la cumbre de su conciencia, sino que en la cumbre de su conciencia había puesto, bueno, pues mi conveniencia, mi triunfo, mi placer.

Bueno, por lo tanto, reafirmemos un concepto que quiero que es importante. El martirio de la verdad moral que hoy en día asiste, especialmente, creo que éste es un signo de nuestros tiempos, el martirio de la verdad moral, no ser testigos de la verdad moral y el martirio, que es testimonio.

Pues a veces acontece distintas maneras el martirio de la verdad moral, que Dios nos dé la gracia de ser testigos de la verdad moral en este mundo.

Una verdad moral que, como he dicho en absoluto, se opone a la caridad. A la misericordia, sino que está precisamente, al servicio de ella.