El pasado 26 de septiembre, las formaciones del Ayuntamiento de Barbastro Cambiar y Barbastro en Común solicitaron la retirada de la placa a los caídos durante la persecución religiosa en España (1931-1939) situada en la fachada de la iglesia de San Francisco de Asís. La propuesta, que pretende aplicar el contenido de la Ley de Memoria Democrática, exige que en el plazo de 15 días -que finalizará durante la próxima semana- se proponga una reunión entre el alcalde Fernando Torres y el obispo de Barbastro Ángel Pueyo para obtener el permiso episcopal y sustraer la placa. Los portavoces y concejales de ambas formaciones que presentaron la propuesta, Ramón Campo (Cambiar Barbastro) y Marisol Cáncer (Barbastro en Común), consideran que se trata de una "simbología que intentó legitimar un régimen impuesto por las armas". "Es nuestro deber de demócratas erradicar toda simbología franquista para que este episodio, el más amargo de nuestra historia, sea tratado con veracidad, recordando a las víctimas y difundiendo realmente lo sucedido", afirman. "Lo sucedido": el 84% clero fue aniquilado Precisamente el pasado mes de septiembre, la Editorial San Román publicó Barbastro, una diócesis martirial (1931-1939), escrita por el doctor en historia Martín Ibarra Benlloch. En la que es la última novedad de la editorial, se desgrana lo sucedido en la diócesis con mayores crímenes contra la población católica durante la persecución, donde el 84% del clero fue aniquilado por las milicias del Frente Popular.
Los cristianos en el mundo.
De la Carta a Diogneto (Cap. 5-6; Funk 1, 317-321)
"Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.
Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho.
Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los. judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad.
Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres.
El alma ama al cuerpo y a sus miembros, a pesar de que éste la aborrece; también los cristianos aman a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantiene unido el cuerpo; también los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo. El alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar."
Oración
Oh Dios, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti el corazón de tus fieles, para que siempre vivan a la luz de tu verdad los que han sido librados de las tinieblas del error. Por Jesucristo nuestro Señor.Amén.
Preparado por el Departamento de Teología Espiritual
de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz